Chalchihuapan, prensa y poder
Aquiles Montaño Brito
El Movimiento
Antorchista ha luchado 40 años contra la pobreza en México, y durante todo este
tiempo no ha pasado un solo día en que no nos desayunemos con ataques
mediáticos gratuitos en la prensa estatal y nacional. Hemos cumplido 40 años de
caminar bajo el cerrado fuego de los enemigos, que nos gritan a cada paso que
cejemos en nuestra lucha, que depongamos la Antorcha que nos va iluminando, que
perderemos la batalla que emprendimos porque el enemigo es invencible. Pero no
hemos hecho caso. Y seguimos abriéndonos paso por los intrincados caminos que
la realidad impone, porque creemos que un mundo mejor, en donde la riqueza se
reparta equitativamente, es posible. Nuestra terquedad ha encontrado eco en
cientos de miles de humildes ciudadanos que ahora comparten nuestro sueño y
trabajan también para alcanzar ese nuevo mundo. No así en quienes desde el
inicio nos gritaban. Ahora gritan más fuerte y, como dije, no hay día en que no
leamos en los diarios lodazales mediáticos disfrazados de “noticia” o
“análisis” que nos acusan de todo: extorsionadores, chantajistas o mentirosos,
por decir lo menos. Pero los más subidos de tono nos han acusado de “asesinos”,
de grupo paramilitar del PRI, de ser “protegidos” de funcionarios de cualquier
nivel de Gobierno, de “robo” o “toma” de inmuebles o de abierto “chantaje” a
las autoridades, con marchas y plantones, para obtener sinecurios económicos y
políticos para los líderes. Obviamente, el 50 por ciento de este tipo de
“noticias” y “análisis” carecen de un mínimo de rigor lógico y el otro 50 son mentiras llanas, puesto que
nadie se ha molestado jamás en probar las acusaciones y creen que por
escribirlo debe ser verdad.
Y sin embargo, por nuestra parte, siempre que hemos
tenido algún (precario) acceso a la prensa, intentamos desmentir y aclarar las
cosas, ponerlas en su lugar y justos términos, a pesar de que ello nos atraiga
un redoblado embate mediático, que sigue la lógica de las cabezas de Medusa.
Pero los otros aludidos, aquellos que ostentan el poder, jamás abren el pico
para desmentir los oscuros nexos que supuestamente los unen a nosotros.
Pareciera que a ellos los tienen sin cuidado las acusaciones y el consecuente
delito que cometen al prohijar a los “delincuentes” antorchistas. Sirva de
ejemplo, de esto que digo, aquella leyenda negra sobre el Movimiento
Antorchista, creada por los grupos de “izquierda”, que nos acusaba de ser un
“grupo paramilitar y de choque” del PRI, y que sus “plumas” más brillantes repetían
como loros amaestrados casi en automático en los diarios de Puebla y
nacionales, y a la que por muchos años debimos combatir hasta el cansancio con
la razón y la verdad como únicas armas. Pero nadie tiene memoria de que algún
priista, aunque fuera el más humilde de todos ellos, haya salido a desmentir la
grave acusación de que el otrora todo poderoso partido solapara y diera cuerda
a un grupo fuera de la ley. Nadie recuerda a algún dirigente del PRI ofreciendo
una rueda de prensa o escribiendo un artículo para desmentir las acusaciones o
llevando ante la justicia a los delincuentes para dejar a salvo su propio
prestigio. Sencillamente dejaban que se dijera y escribiera todo tipo de
arbitrariedades contra nosotros, que los medios se ensañaran y que moldearan la
imagen negativa del nuevo enemigo público de México.
¿Por qué? Porque son ellos mismos quienes promueven y pagan los ataques para impedir el rápido crecimiento y desarrollo de una organización a la que, puesto que nunca pudieron comprar, ahora ven como enemiga. Vistas así las cosas, las campañas mediáticas contra Antorcha son el resultado del odio venal de quienes gobiernan y los grupos de poder fáctico que pululan en el país, que preferirían liquidar a las organizaciones insumisas que no se han prestado a su juego de hacerle al que gobierna para que todo siga igual. Y, entrando al tema que me ocupa, así es como debemos ver los nuevos ataques mediáticos que nos lanzan sobre el añejo conflicto que se vive en San Bernardino Chalchihuapan, municipio de Santa Clara Ocoyucan, Puebla, en donde la arbitraria creación de una nueva iglesia sobre los mismos cimientos de la anterior ha divido a la comunidad y la tiene a un pelo del enfrentamiento por la intransigencia de los autores del problema que, lo diremos una y mil veces porque ésa es la verdad, son los caciques del pueblo apoyados por la misma “izquierda” de la que hablé líneas arriba.
¿Por qué? Porque son ellos mismos quienes promueven y pagan los ataques para impedir el rápido crecimiento y desarrollo de una organización a la que, puesto que nunca pudieron comprar, ahora ven como enemiga. Vistas así las cosas, las campañas mediáticas contra Antorcha son el resultado del odio venal de quienes gobiernan y los grupos de poder fáctico que pululan en el país, que preferirían liquidar a las organizaciones insumisas que no se han prestado a su juego de hacerle al que gobierna para que todo siga igual. Y, entrando al tema que me ocupa, así es como debemos ver los nuevos ataques mediáticos que nos lanzan sobre el añejo conflicto que se vive en San Bernardino Chalchihuapan, municipio de Santa Clara Ocoyucan, Puebla, en donde la arbitraria creación de una nueva iglesia sobre los mismos cimientos de la anterior ha divido a la comunidad y la tiene a un pelo del enfrentamiento por la intransigencia de los autores del problema que, lo diremos una y mil veces porque ésa es la verdad, son los caciques del pueblo apoyados por la misma “izquierda” de la que hablé líneas arriba.
Lo mismo de ayer, lo mismo de ahora. Aunque con nuevas excusas y
pretextos. Ahora, una vez más, es Chalchihuapan, del que no repetiré la
historia que ya he contado, porque es de conocimiento público. Ríos de tinta
han corrido sobre el tema para acusarnos, ¡otra vez!, de todo lo que se les ha
venido a la mente: que si queremos apoderarnos del pueblo, que si impedimos el
culto porque tenemos tomada la Iglesia, que si el Gobierno del Estado nos
protege para que hagamos nuestra santa voluntad en Chalchihuapan, y un largo
etcétera que no vale la pena transcribir, pero aquí también hay poderes de
gobierno y fácticos que durante lo más álgido del problema religioso en esta
comunidad (que abarca de octubre pasado a esta fecha) se han quedado callados o
se “deslindan” olímpicamente, a pesar de que saben que evitar un baño de sangre
se encuentra enteramente en sus manos. Y a ellos les hago estas preguntas: ¿Por
qué el silencio? ¿Por qué dejan que toda la culpa se eche sobre las espaldas de
Antorcha? ¿Por qué permiten que un grupo de ricos hurte el salón contiguo a la
parroquia original y que despoje a un pueblo entero? ¿No va eso en contra de
los mandamientos de Cristo? ¿No son ustedes quienes deberían hacer justicia y
devolver lo robado a sus legítimos dueños? ¿No acaso son ustedes quienes
actualmente impiden el culto religioso debido a que tiene en su poder el salón
en disputa? ¿No fueron ustedes quienes recibieron, de manos del pueblo
organizado, las llaves de entrada al famoso salón? ¿No son ustedes quienes
convalidaron el despojo cuando santificaron la nueva iglesia? ¿No son ustedes
juez y parte en el problema? Y, finalmente, ¿no son ustedes quienes deberían
resolver el problema, puesto que son quienes poseen los medios para hacerlo y,
por si eso no bastara, porque para eso se les dio el cargo que ahora ostentan?
¿No serán ustedes los culpables del enfrentamiento que ha mantenido en vilo a
una población? ¿Cargarán con esa culpa?
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