Razones de la próxima protesta pública del antorchismo poblano
Aquiles Córdova Morán
El 20 de agosto de este año, el Antorchismo poblano efectuó
una manifestación con 20 mil de sus agremiados. El objetivo era reclamar
solución a múltiples y variados problemas que, a pesar de su carácter evidentemente
justiciero y necesario, y de ubicarse todos en el marco del derecho del ciudadano
y de las obligaciones del gobierno, se han venido difiriendo una y otra vez,
con múltiples pretextos, durante los ya casi tres años de gobierno del Dr.
Rafael Moreno Valle. Hasta el momento de escribir esto, la única respuesta ha
sido la consabida (y por tanto, esperada) lluvia de ataques mediáticos cuya
única novedad estriba en que, además del total silencio sobre las demandas, las
distorsiones, simplificaciones burdas, ocultamiento de los antecedentes del
conflicto y de la conducta del gobierno que ya son de costumbre, se añaden ahora
los histéricos (y claramente constitutivos de delito) gritos llamando a la
represión y al encarcelamiento de los manifestantes y sus líderes.
Ante tal
panorama, los antorchistas han puesto ya manos a la obra para preparar su
siguiente manifestación pública, en la que esperan reunir a 30 mil de sus
compañeros, el día 25 del presente mes. Esta nueva protesta por el trato que
les ha dispensado el gobierno poblano, no es una ocurrencia súbita ni brota
tampoco del deseo pueril o arrogante de “jugar vencidas” con nadie. Es,
simplemente, el siguiente paso obligado de su plan de lucha y de autodefensa
popular, a que los empuja, de un lado, la falta absoluta de alternativas de
solución por parte de los funcionarios y, de otro, el compromiso indeclinable,
inquebrantable con los derechos y las necesidades de los más pobres y
marginados del estado agrupados en el Antorchismo poblano. Prueba de ello es
que la nueva concentración fue anunciada y convocada, con toda claridad y
precisión, al término mismo de la manifestación del día 20 de agosto antes
dicha.
No voy
a entrar a detallar aquí los problemas y demandas que los antorchistas
enarbolan en esta ocasión, no sólo porque son ya de sobra conocidos, sino
porque, además, la experiencia nos ha demostrado suficientemente que esto no
interesa en lo más mínimo ni al gobierno ni a los medios y reporteros que se
dedican a escribir, no lo que ven, escuchan o piensan, sino lo que les ordenan
sus respectivos jefes de información o sus propios intereses pecuniarios.
Polemizar con ambos en este terreno, o hacerles aclaraciones sobre las mentiras
y falsas acusaciones que manejan con la plena intención de hacer daño, es lo
mismo que intentar conmover con llantos, quejas y plegarias, al Muro de las Lamentaciones
en Jerusalén. Diré, en cambio, dos o tres verdades que buscan poner en claro la
naturaleza profunda, estructural, masiva de los factores que dan un sólido
sustento racional no sólo a las demandas y a la protesta pública de los
antorchistas, sino también a la existencia misma de nuestro Movimiento y a su
innegable crecimiento y desarrollo.
Según cifras recientes del Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), cuando el Dr. Moreno
Valle tomó las riendas del gobierno, en enero de 2011, Puebla ocupaba el cuarto
lugar en pobreza entre las 32 entidades federativas del país; para fines de
2012 ocupaba ya el tercer lugar, desplazando de tan “honroso” sitio a Oaxaca. Así,
sólo Chiapas y Guerrero nos superan en cuanto a número de pobres. La misma
fuente afirma que, mientras en 2010 el total de poblanos pobres era de tres
millones 616 mil 264 (el 61.5% del total de población), a finales de 2012 esa
misma cifra era de tres millones 878 mil 116 (el 64.5% de la población total),
lo que arroja un incremento de 261 mil 852 pobres más en poco menos de 24 meses.
Si suponemos que esta tendencia se ha mantenido hasta hoy (no hay hechos ni
datos que digan lo contrario), podemos inferir que, en los días que corren, la
cifra ronda los 300 mil, o quizá esté por arriba de esta cantidad. CONEVAL hace
notar que el número de pobres a escala nacional, en el mismo lapso, fue de 536
mil, lo que quiere decir que, en números redondos, Puebla aportó el 50% de
todos los nuevos pobres del país.
Ahora bien, ¿cómo se explica esto? Una exposición
detallada, obviamente, no cabría en un trabajo como este ni, probablemente,
resultara atractiva para el lector. Daré, pues, mi opinión en términos
generales pero no por ello arbitrarios u opuestos al razonamiento económico
moderno. Si partimos del hecho cierto de que el PIB estatal creció en el lapso que estudia el
CONEVAL (es decir, creció la riqueza total producida por los poblanos),
entonces debió crecer correlativamente la recaudación de impuestos (al salario
y/o a las utilidades); si a ello sumamos los ingresos provenientes de la federación,
es claro que debió crecer apreciablemente el presupuesto del gobierno estatal. Y
si, a pesar de ello, la pobreza aumentó, no hay otra explicación posible que la
de que, tanto la distribución de la renta como la sesgada aplicación del
presupuesto estatal a favor de los privilegiados, se acentuaron marcadamente en
vez de hacerse más equitativas. No hay para donde hacerse: si la riqueza social
crece y la pobreza aumenta, entonces es que la distribución empeoró. Lo que pierden los pobres lo ganan
los ricos, pues la riqueza ya producida no se evapora, pero sí puede redistribuirse.
Y en
efecto, otras fuentes afirman que, siendo Puebla uno de los estados más pobres
del país, es de los que pagan salarios más altos a su burocracia, incluido el
gobernador. Además, que en lo que va del sexenio actual, se han gastado 4 mil millones de pesos en
promoción de imagen, en festejos versallescos como el del 5 de mayo, en la
compra de dos helicópteros “de lujo” para el traslado del señor gobernador, en
atracciones de feria como la mega rueda de la fortuna (??) y un teleférico que
a la fecha ni se ve ni presta ningún servicio. A esto añado yo que la
estadística de Antorcha, que es puntual y rigurosa, prueba con números que los
medios poblanos son, con mucho, los que más y más rabiosamente atacan y
denigran a nuestro Movimiento, lo que significa, para quien no se haga el
ingenuo por conveniencia, que es en Puebla donde se gasta más dinero para comprar
y amordazar a la prensa, y ésta se halla, por tanto, más sometida a los
intereses y a las órdenes de quienes le pagan. Los gastos por este
concepto no se conocen, pero por lo
dicho, deben ser enormes. En conclusión: según estas cifras y hechos, ¿se
justifica o no la existencia de Antorcha y sus cuarenta años de lucha contra la
pobreza y por un mejor reparto de la renta nacional? ¿Se justifica o no su demanda
de que se reoriente el gasto público para acortar el abismo entre pobres y
ricos? ¿Se justifica o no la próxima gran concentración del antorchismo
poblano? Que cada quien responda según su conciencia y ¡claro! según sus intereses.
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